Al reprimir las emociones durante el día, éstas brotan como un resorte todas juntas durante la noche des-vela-ndo a la persona, es decir, quitándole el velo que trata de ponerle infructuosamente a los ojos de su corazón. Con reprimirlas quiero decir negarlas atacándolas o evadiéndolas sin atenderlas con cálida presencia y el amor que se merecen.
El sentir es el niño interno, estamos acostumbrados a “pensar sobre lo que sentimos” en vez de sentir. A opinar o juzgar lo que sentimos en vez de sumergirnos en cada sentimiento. La razón es que la mente hace una asociación incorrecta, para el ego sentir es igual a sufrir, no quiere que sientas porque si sintieras y atendieras a ese niño en el abrazo del silencio podrías llegar a comprender que toda emoción es amor y en el amor el conflicto se disuelve. Amor que se retuerce dentro de los límites de tus creencias y suposiciones y que se expande cuando se libera. Lo liberamos cuando dejamos de darle crédito a esas creencias que se basan en la culpa y el miedo. Cuando le decimos “no sé” a todo eso.
Interrogamos al sentir, caemos en la inercia de rodearlo para ver las supuestas «oscuras y terribles causas ocultas que lo provocan”, en vez de atenderlo (atención es amor). Interrogar al sentir es rodearlo con pensamientos, rodear a ese niño en una sala de interrogatorio con policías que increpan y le preguntan ¿de dónde provienes? ¿qué haces aquí? ¿cómo podemos hacer para que no vuelvas?. Juzgamos algunas emociones como “negativas” y no nos las permitimos sentir o nos autoengañamos diciendo que las permitimos pero miramos de reojo para ver si se han ido ya…
Otras veces con el frenesí de la actividad diaria no damos un espacio al corazón para que nos hable y no lo hacemos por miedo, pero si le diéramos ese espacio nos sorprenderíamos de la creatividad que nos regala.
El tratamiento convencional es mediante pastillas que anestesian el sentir, es decir, se droga al niño interno, se le da codeína para que se calle y nos deje de “molestar” en nuestro rumbo furioso hacia ninguna parte.
Algunas personas comprenden muchas de estas cosas cuamdo toman ayahuasca pues ésta favorece la liberación emocional y durante la experiencia tu consciencia te muestra el trato que te das a ti mismo y con dulzura te dice ” tranquilo depende de ti, no hay nadie obligándote ni imponiéndote a nada, eres libre, solo tu creencia de que no lo eres te impide sentirlo, estás a un abrazo de poder dormir en paz…”
Esta experiencia les da a las personas una pauta acerca de la actitud más sana que pueden adoptar en su día a día ante sus sentimientos permitiendo así que naveguen en la vida con serenidad y fluidez.
Por lo tanto cuando te metas en la cama abrázate y dedícate a sentirte sin buscar ningún resultado. Dulces sueños y dulces despertares.
Sergio Sanz Navarro
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