No dejes que el miedo gobierne tu vida desde las sombras, arrójate con valentía hacia el horizonte que anhelas, aunque no veas con claridad su final ni sepas con más certeza que la del bombeo de tu entusiasta corazón hacia donde te lleva…

No dejes que la vergüenza ponga tu cabeza mirando un suelo pobre y te detenga y que los hipotéticos escenarios de supuestas debacles, fracasos y esos «qué dirán» esos «otros» que hablan adentro y fuera de tí ruboricen la tersura de una firme decisión en pos de tus dulces sueños. Levanta tu mirada con dignidad ante todos en esa inocencia inextinguible que ninguna culpa frena.

Hay un frío que nos paraliza sin darnos cuenta, una seca comodidad en la incómoda falsa seguridad que nos congela y aturde nuestros movimientos, el miedo nos autoexcluye en una paralizante soledad que nos vomita hacia momentos yermos de callada y extrañamente reposada desesperación.

No hay mucha precisión en lo impreciso, pero hay un sonido álmico que nos guía, el eco de un placer dichoso y remoto en un futuro que está vivo el presente.

A veces temblamos cuando lo que deseamos se acerca, nos revolvemos cual perros gruñientes en los descampados de las noches que nos pillan desprevenidos y desabrigados , esperando, siempre esperando, a veces sin saber qué, caminando y a veces renqueando hacia esa música festiva y gloriosa de celebración que desde lejos con embrujo nos llama.

Me paro en las esquinas a escribir , a replegar fuerzas para tigreantes saltos hacia oceánicos y excitantes sentires que me funden con el gozo de la vida, allí muero y me siento terriblemente solo antes de sentirme completamente acompañado por la existencia entera.

No es el frío de la calle, es el frío de los tuétanos de tu cuerpo que piden llama viva del alma y el centelleo fresco de la mirada del lozano amor bailando.

El «no» terco se presenta cual fraudulento cancerbero ante las puertas del paraíso que la llave del «sí» abre.

Ay de mi cuando el escalofrío me recorre cual ayahuasca que despierta los deseos más escondidos… no hay manta que arrope tal estremecimiento que deja un rastro de tristeza cuando se ignora…

Si… quizás te sientas vulnerable cuando te abalanzas con alabanza desde el móvil faro de tu corazón… pero… merece la aventura tal magnitud de salvaje vida que estalla…

Un beso que no te mata un poco es un beso cobarde… vivir siendo decidido por el fluir es vertiginoso… mas la templanza tampoco es enemiga… sino timón cauto para no caer en los precipicios de la ruina…

Tú que me lees y me comprendes sin necesidad de entenderme , sientes por un segundo el veneno que me vacuna en lo eterno más allá de la perdición que nos parapeta en una recalcitrante fragilidad que solo deja en la boca ese callado e insípido clamor… que te invita una y otra vez a gozar de la vida que quieres vivir corriendo por las celestes autopistas de tus venas…

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