Llegó la frustración con su baile pirotéctico y el desdén a toda expectativa se habia vuelto una fiera mirada de espanto de amor hacia cualquier autoremordimiento.

Nada giraba en la ciudad en torno al caprichoso sentido que algún yo parcial y real se habia inventado. Todo era una salvaje provocación a mi incondicionalidad ,a mi capacidad de sostenerme en la incredulidad que solo es devota de lo que no es «creible», del milagro desmilagrado.

Sergio Sanz Navarro

( escrito en barcelona hace unos días)

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