Respira… y si quieres dile al miedo : ven aquí… al calor del amor que mana de este corazón.
Respira… y si quieres dile a la tristeza : ven aqui… para que se deshoje y germine flor de compasión.
Que pueda suavizarse el temblor en la calma que se vierte en la misericordia y el misterio del dolor se disuelva en el agua clara del perdón.
Y que tu vida se armonice en la canción de esta diáfana tarde y que la noche se convierta en un manto púrpura de oxígeno donde las arcanas plantas metabolicen el ruido del desasosiego y se colme de paz tu inocente cuerpo.
Que las armas se oxiden y no haya más gritos que de orgasmos y gemidos de placer y vítores de celebración, y que la existencia te mezca con su soplo de silencio y su arrullo sinfónico.
Que las tensiones se deshagan y no haya más muerte ni clamor de desdicha, que los humanos nos comprendamos en el lecho sereno de lo inevitable y no se apoque tu cara ni se frunza tu ceño en el desdén y el agotamiento.
Que las lágrimas sean tu descanso y el aire te renueve por dentro y que los bolígrafos no fallen al ofrecer su tinta a la poesía.
Que el azul celeste y el blanco del cielo sean la patria donde se expande tu éxtasis.
Que despiertes del oscuro sueño de la culpa y la magia incomprensible de la Unidad te devuelva la sonrisa y te sientas a salvo en la Eternidad.
Sergio Sanz Navarro