Cuando rechazas tu pasado, rechazas tu presente y tu futuro, cuando rechazas el futuro que crees que vas a vivir rechazas tu experiencia presente y tu pasado. Cuando rechazas tu presente rechazas tu pasado y tu futuro ,porque todo está enlazado.
Al rechazar tu pasado, tu presente o tu futuro rechazas la experiencia completa de tu vida. Porque la vida no se te da momento a momento, la vida se te da entera y al abrirte a recibir este momento la recibes en su completitud ,y completitud es lo que experimentas, nosotros transitamos la vida que se nos da, fundirse con la voluntad de «Dios» no es resignarse a la interpretación que le damos a los hechos, que tu voluntad sea una con la voluntad divina es estar dispuesto a amarlo todo sin sacar conclusiones, es ofrecerte cual padre madre del universo a recibirlo todo con amor. Por eso me gusta más usar la palabra abrazar, porque el abrazo es no-dicotómico, es permiso total a que coexistan nuestros rechazos con nuestra voluntad de estar en armonía con el guión de guiones con el que el universo se brinda a si mismo, no es vano, la etimología de la palabra perfecto es per (total) y fecto ( de «factum» , «hecho») es decir aquello que está «totalmente hecho». Perfecto no es que te exijas y fuerces a sentir una armonía» iluminada» impostada de una supuesta aceptación dicotómica que está en lucha contra el rechazo por invadir por completo nuestro corazón, sino precisamente darle un lugar a todo en nuestro infinito espacio interno donde imbuimos a todo de suavidad y ternura desidentificándonos de lo que le ocurre a nuestro personaje viviéndolo como un servidor más de la gran obra, el abrazo permite la desidentificacion, el autoataque interno hacia afuera o hacia dentro nos atasca en la identificación de nuestra lucha, eso es la presencia , eso es el presente y no un supuesto espacio temporal entre pasado y futuro sino precisamente el presente es el regalo , como indica la otra acepción de la palabra presente y el regalo no es otro que el de recibir todo lo que ocurre en el tiempo desde el no-tiempo del océano de nuestra esencia, es tener la humildad de que la vida orquesta todo para nuestro reencuentro constante, creativo y expansivo con el amor que somos, sabe lo que es mejor para nosotros que esa terquedad ofuscada en la que a veces nos atascamos, la entrega total es la ofrenda que nos sintoniza con el Todo.
La confianza es omnidireccional hacia esos supuestos tiempos y nos brinda la fluidez. La conjugación verbal «si hubiera» es la más falsa que existe, es una manera de torturarnos, el no-cuestionamiento de lo que ocurre no son unos grilletes para que no hagas todo lo que quieras hacer en pos de tus sueños, sino que es la consciencia coetánea de estar en armonía con que el libre albedrío no existe y a la vez soñamos que existe. Sólo es libre aquel que ama incluso cuando siente que no puede amar, nuestra capacidad de amar abraza nuestra sensación de incapacidad y todo se transforma, el futuro no cambia, es el que estaba dispuesto para nosotros, pero aún así sentimos que si estamos cambiando nuestro porvenir, esta es la paradoja, el misterio que una mente programada no puede comprender pero en el que el corazón goza al recordar nuestra eterna invulnerabilidad que es de todo menos indiferencia y dejadez sino amor infinito en el que nos reconocemos y engloriamos en la gracia.