Harto de esperar no se qué, harto de tratar de controlar, a veces en la oscuridad de mi cuarto me invade la preocupación y el insomnio tiende su manto metálico sobre mi mente y su fuego en mi estómago.
Son las noches en las cuales mi espíritu se forja en la rendición a la Nada y al Todo ,cuando soy capaz de trascender toda necesidad de defenderme de la vida y me entrego con coraje y gratitud a que muera lo que me corroe.
A veces cuando no aguanto más el parloteo de mi mente, me dejo caer y oro a la Vida para que se lleve todo lo que trato de sostener, todas mis exigencias de como deberían ser las cosas. Entonces me reafirmo cada vez más en mi innegable necesidad de abrazarlo todo, en esos momentos toda la vida de sergio es entregada y me conecto con un espacio místico de liberación que me recuerda la naturaleza transitoria de mi viaje en lo humano y me siento pleno.
Y aún así me sorprendo cuando me enamoro de ese confundido humano en el que habito, de ese tierno y a veces desesperado niño y me doy cuenta que su propósito y el mío son el mismo: amar y ser amado en el amor que permito que entre y que me brindo.
Me enamoro del tránsito que estoy haciendo y siento como cada vez que me despido de mis expectativas llega bienvenido el amor y todos mis sueños se cumplen sin forma en el centro de mi corazón cuando saboreo la grandeza y la inmensidad de lo que realmente Soy.
Me enamoré de la exquisita auto-compasión y de la compasión, de este desafío sin violencia, me enamoro de mis lágrimas mientras escribo mientras me reconozco en constancia de saber que se puede más allá de esta impotencia en la que me relajo.
Duele tanto desidealizar todo lo que idealicé con el pellejo de una tintineante ilusión y a la vez siento que se abre todo cuando lo hago. Es tan grato reconocer mi dignidad esencial y suprema, es tan bello saberme capaz de perdonar todo lo que mi mente condena y a la vez permitirme bajar a dar calma y comprensión a cada punzada de temor…
Es apasionante este silencio transmutador donde se deshoja mi lucha , donde mi obstinación se afloja y donde mi espíritu bebe.
Me enamoré de renunciar la presión sobre mi mismo, los otros y la vida, me enamoré de dejar de apretar, me enamoré de sentirme cada vez más capaz de soltar aunque me cague de miedo porque así es como cada vez me siento más integro, más entero.
Me enamoré de responsabilizarme de mi sufrimiento sin cargar con él, que caiga todo lo que tenga que caer, que suenen las inmundas trompetas del tedio y el agotamiento donde quieran pues no son más que el estertor de la pesadez de un mosquito tratando de luchar contra el universo, vida eres inocente, amor eres inocente, bienvenida sea la locura deflagradora del amor absoluto que me hace sentir un emperador sin la necesidad de gobernar, un devoto de lo incomprensible y de la confianza que no es otra cosa que esa voluntad profunda de estar en armonía con la incertidumbre y la inseguridad. Gracias
Sergio Sanz Navarro